miércoles, 5 de marzo de 2014

Laberinto 38.3 Elegía de los rizos: tercera elegía


§ 3.  Donde se da cuenta de la encarnada maravilla de las cabelleras de luz y de sus viajes a tierras extraordinarias
Para Abril

3.1  Millares de estrellas, con  Zephyros y el trueno, figuran imperfectas mímesis del discurrir de tus cabellos. Los anima, en gracia plena, la multitud de tus desvelos entre tierras; misterio de flor y nombre de enarengo, ¿te deslizas a occidente a la zaga  de otras voces?, ¿y aún regresas a levante colmada de gracia y de secretos? Volver a ver tus libertades sería por siempre ráfaga de sueños, y sin embargo sé que no dominará completamente un hermético distrito esos rizos coronados de luz de plata y gelatina.

3.2  Como no someterá el espacio a ninguna cabellera de ondas perfumadas, la sangre llama astuta al capilar lozano desde el agua que nos bebe; bebe y fluye entre los nombres perdidos de unos lagos que jamás te harán la mar. Y es que, máscara la risa, máscara la transparencia de tu piel; me conmueve siempre hasta el quebranto tu palidez de lirio, y me invita a imaginar que en las cuencas de tus rizos se perdieron los fugaces como restos de hojarasca entre la tierra.

3.3  Asimilas mi palabra al temporal, y esta voz trepida ondeante por tu bosque a pesar de sus afanes persistentes. Así habrán de amanecer veloz mensaje algunos vientos que la urdimbre de tus pasos en los puntos cardinales me provoca. Módica reunión del albor y del enigma, sólo tus sutiles pámpanos, que acarician azucenas, andarán a someter este planeta al imperio de tus arcos de certeza. Agradezca la creación este resguardo; agradezca la dulzura aquellos viajes que te lucen en los bucles y en la piel.

3.4  Mística espiral de caracoles, dejas correr las olas como el viento que pasa. Y cada cabellera se transcribe en ti con melancólico aspaviento de firmeza. Yo no sabría decir si aquella brisa vespertina alcanzaría a caminarte medianoche en la antequera esmeraldeada; si acaso habrás de suspirar por días o meses, semanas o años hacia la perla occidental a los volcanes; o si en el río sagrado fundarás la cúpula señera de  espirales y selvas espigadas.

3.5  Sólo acertaré a decir que, por tus rizos, la luna mueve en curvas nuevos rostros. Y que al sonar de un cascabel, en elíptica perfecta ascenderás hasta otros versos. Así es el infinito en tu cabeza; lleno de luz, de oscuridades y retornos. Mientras que abajo, mis ojos anhelantes, otra vez, escucharán la multitud de obturaciones de tus cabellos desenvueltos perturbando a estos rígidos abismos.

3.6  Sólo acertaré a cantar que, en tu transcurso, esta breve pluma vislumbra nuevos pasos. Y que al rociar de una burbuja, la helicoidal repetición de sombra y luz resaltará tus rizos apretados. Así está el curso en tres instantes compilado; los de tu faz, los de tu aroma, los de tu voz. Mientras que allá, mi palabra de heraldo y caminante declarará al destino: mulata conjunción de sus raíces la formó blanca con cabello abigarrado. 

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